DÍA INTERNACIONAL DEL TRABAJADOR Y LA TRABAJADORA

 

En la segunda mitad del siglo XIX la industria estadounidense creció vertiginosamente y consecuentemente se desarrolló la lucha obrera por mejorar su calidad de vida, organizándose en diversas organizaciones socialistas y anarquistas. La consigna los unificaba era: “ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso”, frente al trabajo de sol a sol que imperaba.

Luego de años de reclamos, en 1886 lograron que el presidente de Estados Unidos, Andrew Johnson, promulgara la ley Ingersoll estableciendo las ocho horas de trabajo diario. El 1º de mayo de ese año, los obreros de la fábrica Mc. Cormik de Chicago iniciaron una huelga que se extendió por varios días porque sus propietarios desconocieron la existencia de esa conquista. Fueron duramente reprimidos por la policía en una acción de fusilamiento causando numerosos muertos y heridos.

En homenaje a los Mártires de Chicago, el 1° de mayo, a partir del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional de 1889, realizado en París, se conmemora en todo el mundo el Día Internacional del Trabajador.

Desde 1889 en el mundo, y desde 1890 en Argentina, el 1º de mayo representa el día de reivindicación de los derechos laborales. El movimiento obrero argentino generó centrales de orientación socialista, anarquista y comunista que dieron batallas que, al costo de vidas y enormes sacrificios, permitieron ir conquistando derechos laborales durante la primera mitad del siglo XX y lograron, sumando la labor legislativa de la bancada socialista en el parlamento nacional, la legislación que afianzó derechos, entre los cuales destacamos la creación de los tribunales del trabajo que equilibraron en la justicia la desigualdad entre el patrón y el obrero que existe en la realidad.- Durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón (1946-1952) muchas de estas reivindicaciones fueron puestas en práctica en los marcos del mundo de la post guerra que se caracterizó, en todo occidente, por el avance de las conquistas obreras que instauró el llamado “Estado de Bienestar”, entre ellas el tan largamente reclamado voto femenino que transformó en verdaderamente universal y secreto el avance dado en 1912.

Desde aquellos años a nuestros días muchas cosas han cambiado. Las revoluciones en materia de comunicaciones y los cambios tecnológicos en los procesos industriales, las duras derrotas del movimiento obrero de Inglaterra y EEUU en los años 80 y la caída del sistema socialista provocaron el derrumbe del Estado de Bienestar. Se aceleró la globalización que generó el crecimiento sin precedentes de las economías privadas de gran escala que superan los presupuestos de las naciones. Mientras los ricos se hicieron más ricos los pobres aumentaron en cantidad y en pobreza. Consecuentemente se produjo el retroceso de muchas conquistas obreras, tanto en los países centrales como en los periféricos del sistema capitalista.

Crecimiento exponencial de la desigualdad: Ocho hombres tienen la misma riqueza que la mitad de todos los habitantes del planeta. En nuestro país la brecha entre el 10% más rico y el 10% más pobre pasó de 7 en 1974 a 14 en 2016. El 10% más rico de la población concentra el 23% del ingreso total del país, según datos del INDEC del segundo semestre de 2016. De acuerdo al ingreso per cápita, el 60 por ciento de los/as argentinos/as tenía ingresos promedio de hasta $ 4.734, menos que la jubilación mínima que hoy es de $ 5.287. Han aumentado por millones los seres humanos que trabajan en condiciones similares a las que dieron origen a las luchas del siglo XIX y XX y la humanidad asiste a la mayor desigualdad que se tenga información.

Asistimos a una paradoja. Tenemos en vigencia numerosas leyes y convenios internacionales y nacionales que promueven la igualdad de mujeres y hombres, que establecen las paritarias, que plantean erradicar el trabajo infantil, la explotación del trabajo esclavo y que rechazan el tráfico de personas entre otros logros. Esto no es un avance menor y se lo debemos a las luchas obreras simbolizadas en la que conmemoramos cada 1º de mayo, pero la realidad es la que el poder de las multinacionales nos impone: se han pulverizado estas conquistas en la práctica.

En Argentina, los gobiernos populares que fueron consolidando estos avances durante el siglo XX fueron derrotados varias veces por las dictaduras que nos hicieron retroceder. El peor de los retrocesos en materia de conquistas sociales fue el impuesto por la última dictadura a sangre y fuego entre 1976 y 1983, pues “logró convencer” a las fuerzas políticas mayoritarias que el neoliberalismo traería beneficios y las utilizó para que aplicaran sus planes de concentración de riquezas corrompiéndolas y desgastándolas al punto que hoy, esos mismos intereses, han logrado llegar al gobierno a través de su propio partido con el voto popular por primera vez.

Así es la historia. Avances y retrocesos, luchas, triunfos y derrotas. Nuestro pueblo y los pueblos de la región tienen en la convicción de los obreros de Chicago y del mundo entero del siglo XIX y XX el ejemplo a seguir. Los capitalistas, mientras pueden, explotan al máximo a los pueblos pero éstos deben saber que sin su trabajo y su consumo aquellos no son nada. Habrá diferentes condiciones que en 1886, pero si la sociedad se organiza puede avanzar en sus conquistas por mayor igualdad a la que hoy debe sumar la lucha por evitar las catástrofes ambientales que el desmedido afán de lucro está generando.

Este es el sentido que le debemos dar al 1º de mayo que no es un feriado de vacaciones más. Es una jornada que nos recuerda la necesidad de participar para defender, redefinir y reconquistar en la práctica los derechos que semejante desigualdad ha destruido.

 

Juan José Tealdi
Coordinador Corriente Nacional
Igualdad y Participación del Partido Socialista
Paolo Etchepareborda
Presidente Partido Socialista de Río Negro

Secretaría de Comunicación
Partido Socialista de Río Negro