El sistema capitalista, desde sus inicios como modelo de organización de la actividad productiva, social y cultural, viene haciendo estragos sobre las poblaciones más vulnerables; esto se ve reflejado no solo en el incremento de la desigualdad, si no también en la destrucción catastrófica que ha producido sobre el medio ambiente.
Quienes hoy tienen la responsabilidad de gobernar nuestros países, no solo muestran muy poco interés en solucionar los problemas coyunturales de nuestros pueblos, además de estar derrotados culturalmente, en la mayoría de los casos se sirven de las migajas que les deja el sistema; pero este mecanismo perverso no solo forma parte de lo cotidiano de los sectores políticos con representación, la mayoría de los empresarios, profesionales y un importante sector de trabajadores y trabajadoras, no encuentran otra alternativa que subirse a la misma ola del sálvese quien pueda, constituyéndose así en una parte importante del engranaje que permite la subsistencia y el empoderamiento de este sistema.
Nadie se plantea un cambio profundo, se teme más a la igualdad que a la desigualdad, se habla de combatir la pobreza, pero nada se dice de combatir a la riqueza, se habla de crecimiento para que haya mas para repartir, pero no se discute repartir lo que ya existe. Esta lógica va a terminar definitivamente con la vida en nuestro planeta. No hay manera de frenar esto sin terminar con el Capitalismo; y en esto se debe centrar la discusión de la izquierda democrática.
Los frentes electorales deben responder a esta lógica en el mediano plazo, una lógica que provoca miedo en las grandes mayorías; un miedo que no es casual, este sentimiento se viene construyendo hace décadas, ha penetrado en nuestro partido de una manera tan imperceptible que ni siquiera lo podemos ver de esta manera.
No es posible construir una sociedad igualitaria, con justicia social, sin pobreza; de la mano de este sistema; debemos combatirlo; no es una tarea fácil; como nos enseñaron en nuestro Partido: la primera batalla que tenemos que dar es la cultural; no es posible dar esta pelea si nos ven igual a todos y a todas los que se sirven del modelo.
Primero la batalla es con nosotros/as mismos, creer que podemos; entender por qué elegimos ser socialistas y no capitalistas; una discusión que hace años no damos pero que tenemos que volver a dar.
Empecemos por dar la discusión de lo que nosotros entendemos debería ser el rol del Estado; un Estado que debe estar mas presente que nunca para enfrentar las leyes del mercado, del sistema; que debe combatir la voracidad de las grandes corporaciones que manejan la economía. No es posible que las empresas productoras de alimentos, las farmacológicas, etc; tengan ganancias exuberantes y el rol del estado sea solo “intentar” compensar financieramente a quienes no pueden acceder a estos elementos esenciales.
El acuerdo que está impulsando el gobierno con el FMI nos muestra principalmente una cosa, no es posible sostener nuestra soberanía política y económica en el marco de un sistema que devora lo que fuera en función de su supervivencia; además de la poca o nula voluntad de enfrentar a los verdaderos beneficiados del préstamo tomado durante el gobierno de Macri y que se fugó, así como entró al país.
En nuestra provincia hoy se está discutiendo la posibilidad de que la obra social de los y las trabajadores/as públicos afilie masivamente a 30.000 nuevos ciudadanos con el objetivo de hacer caja; nunca se dio el debate sobre los costos de la medicina; si esto sigue así la escalada de precios no podrá sostenerse ni haciendo pagar a toda la población de la provincia. No habrá obras sociales, ni hospitales públicos que puedan sostenerse; por otro lado, no se cuestionan los ajustes que el FMI solicita solapadamente y que quieren hacernos creer que no. ¿Acaso no es ajuste cobrarse la deuda con el excedente que se genere de un fututo hipotético crecimiento?
Creo que otro mundo, otro país y otra provincia son posibles, si pensamos con una cabeza propia, con una cabeza emancipada.
Fuente: Partido Socialista